Al respirar

El naranja pintaba los muros de hormigón de la universidad. El cielo, rosa como la piel de un bebé, se intuía por las altas y estrechas ventanas. El trajín de los alumnos entrando y saliendo de clase sonaba lejano. Se preguntó qué tipo de sordera padecía para oír siempre todo en murmullos y sonidos amortiguados. Quién era él aparte de cuatro líneas en una pantalla, en una frágil hoja de papel.

Su vida, tópica del adolescente sensible e inteligente, era carnaza de relato sin principio ni final. Sólo lo que una mente perturbada quisiera ir contando. Al respirar, sin embargo, se sentía vivo. No le gustaba las cadenas oníricas que encerraba aquella luz naranja. Quería padecer con el resto de la gente la brutal realidad. Cambiar sus cadenas de sueños y vigilias en ninguna parte por las ligaduras lacerantes de la rutina. Y respirar, tan fuerte, que se rompiera el aire.

Mientras el naranja pasaba al magenta, el tiempo se quebró en un segundo, metiendo el fantasma y lo real en el mismo espacio. La soledad, representada por el espacio vacío y la ausencia de movimiento, se personificó en aquella luz cambiante. Aquella luz menguante. Superando todas las barreras psicológicas de ser el protagonista de este relato, intentó respirar. Intentó ser el que pusiera el aire, inhalando para traer su mundo a esta parte. Aunque esta vez quizá no respiró para no ahogarse. O porque era mejor marcharse.

(La luz del sol desaparece y él sique ahí, sin decidirse a respirar)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Zure doinua -Lain-

WOODKID - Iron

Los concursos musicales - Use Somebody