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Mostrando entradas de febrero, 2009

¿Seremos capaces?

Para ahuyentar los fantasmas de la soledad, gritó tu nombre. Cerca del final, cuando tú te vas, y él es sólo un hombre... Quiere más de lo qué le dan. No soporta esta levedad. Voy a fumarme la ciudad... lo que sobre lo podéis tirar... no necesito nada más... sólo papel y con que firmar... Volver a empezar, volver a gritar, quedan cosas que contar, de dónde vienen, a dónde van, qué quisieron... si volverán. La guerra no tiene nombre... es la vergüenza de todos los hombres. Mi abuelo mira con perplejidad, ¿seremos iguales? IGUAL DE ANORMALES La santa patria es una patraña para los cobardes. La gente sana distingue la fe de opiniones no distingue tus colores. Quiero más de lo que me dan. No soporto esta soledad Voy a fumarme la ciudad... mi abuelo llora y es verdad lucho por todos y nadie le va a recordar y a tí a mí nos dió igual... qué va! Volver a empezar, volver a gritar, quedan cosas que denunciar. Agitar sin parar ese mástil sin bandera que es la dignidad, que nos hace libres... no

Tierra (II)

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Llevaba un par de horas bajo el omnipresente sol observando aquel extraño animal. En un principio pensó que se trataba de un ave de esas atrofiadas que no podían volar, tan típicas de Australia. Pero la imposibilidad geográfica y el hecho de que el animal se hubiese puesto a cantar le hicieron desechar la idea. No conocía ningún animal que cantase ópera clásica. Aida en concreto. Y eso mientras cavaba de forma diligente en el suelo. . Era el primer ser animado que veía desde hacía días. Había aparecido cuando la luz del sol y el calor se habían vuelto insoportables para seguir durmiendo. Con un andar patoso y bamboleante, había pasado delante suya sin inmutarse. Herido en su antropocentrismo, lo miró desafiante. Cuando vio que el animal se paraba 20 metros más adelante se acercó, todavía desafiante, para ver qué hacía. Entonces la cosa aquella comenzó a cantar. . Había escuchado interpretaciones de Aida más virtuosas. Es bastante probable que Verdi no la hubiese compuesto pa

Ingeniería emocional (I)

El inspector Abraham Galés miró la habitación. El laboratorio de Ingeniería Emocional de la Universidad de Utumno era un lugar polvoriento y oscuro, alumbrado de manera ocasional por los flashes de la policía científica. Sospechaba la razón por la qué habían enviado a su equipo a investigar el caso de Mario Lombart. Desde el centro académico afirmaban que se trataba de un desgraciado accidente debido al estrés y el ritmo de vida de Lombart. Pero eso sólo era un detalle sin importancia. En aquel escenario había muchas cosas que no cuadraban. . En primer lugar el hecho de que en el minúsculo laboratorio hubiese cuatro personas de la policía científica buscando huellas, sacando fotos y llenando todo cartelitos y manchas de polvo de detección de huellas. En segundo lugar, la presencia de miembros de Seguridad Nacional con pesados abrigos grises y miradas vacías que rondaban por allí supervisando todo el trabajo. Y en tercer lugar, y no por eso menos importante, la total ausencia de hechos

Ingeniería emocional

Sentado sobre una silla azul miraba encorvado la pantalla del ordenador. A su lado el Prototipo palpitaba lentamente. Un zumbido constante salía del ventilador situado sobre la mesa de proyectos. Con el gesto cansado, la cabeza sobre su mano, suspiró lentamente. Sentía la vibración del ordenador, de la mesa, del mundo. Con un largo bostezo pulso intro y pestañeó lentamente. Giró su dolorido cuello y miró alrededor. Estaba solo en el laboratorio. . Mientras hordas y más hordas de números asaltaban la pantalla de la computadora se incorporó lentamente. Su bata blanca, arrugada y sucia, olía a café barato y sudor. Se quitó las gafas y se frotó cansadamente las marcas de la nariz. Volvió a girar su cuello, añadiendo el ruido de sus tabas al del ventilador. Durante unos instantes se sintió mareado, sin poder enfocar la mirada. Cuando lo consiguió, el Prototipo palpitaba lentamente delante de sus pupilas. Se frotó los ojos, la cara y el cuello. Con cuidado desconectó el cable que le u